Una organización espontánea
Soy valenciano, y en estos días me ha tocado vivir una experiencia mala.
Una inundación, con pérdidas humanas, es algo terrible.
Y cuanto más cerca te pilla, más terrible te parece.
Si además te metes de lleno a ayudar, entonces te das cuenta de muchas cosas.
Yo, me he dado cuenta de algunas:
Voy a hablar de dos. Una buena y una mala:
La buena:
Las personas tienen muchas ganas de ayudar, y se dedican en cuerpo y alma a ayudar a aquellos que se han visto afectados.
La colaboración y generosidad que se ve estos días en Valencia es algo extraordinario.
La mala:
La planificación y la organización de esos recursos, a nivel global, ha brillado por su ausencia.
No existe.
Si, ha habido grupos de voluntarios se han autogestionado, en lo que podríamos llamar una “organización espontánea”, y han ayudado lo mejor han podido, con los medios de que disponían.
Y esto, que visto de forma localizada está muy bien, cuando levantas el foco y te alejas se muestra como un desperdicio de recursos ingente, que están mal aprovechados, y lo que es peor, nada considerados.
Imagínate una obra en la que tienes trabajando a 10.000 operarios, que no les das los medios necesarios, ni instrucciones de trabajo, ni das apoyo con la maquinaria que haga falta.
Y además esperas que se organicen ellos solos sin más…
Un desastre.
Pues eso, por desgracia, es lo que hemos visto desde el miércoles pasado en Valencia.
¡Hasta mañana!
Juan Ramón Moreno