No todo vale, salvo que el criterio sea otro
Hoy te traigo una historia real, que le puede pasar al más pintado.
Te pongo en situación.
Imagínate una empresa de construcción, con un departamento de gestión compuesto por varias personas.
Cada persona tiene sus tareas asignadas.
Todo funciona. Se puede mejorar, pero más o menos funciona.
Es, en definitiva, un buen equipo.
Pero llega un día en que una de las personas rinde menos. Es progresivo, pero cada vez afecta más al rendimiento de todo el equipo.
¿Qué está pasando?
Problemas personales.
Personales, sí, pero afectan a toda la empresa.
¿Qué hago? ¿lo despido? ¿lo mantengo?
Gran dilema.
Si adopto el criterio económico la respuesta es clara: el rendimiento de la empresa es menor, luego lo despido y contrato a otro.
Pero si adopto el criterio social no puedo despedirlo. Por humanidad.
No quiero hundir a nadie en la miseria, pero tampoco puedo poner en peligro la estabilidad de la empresa.
¿Qué hacer?
En realidad solo tengo que preguntarme una cosa:
¿Cuánto le está costando a mi empresa no tener bien ejecutadas las tareas responsabilidad de esta persona, y cuánto le costaría contratar a otra persona para que le ayude?
Pues si el coste de la primera parte es mayor que el de la segunda, la respuesta a la pregunta está clarísima.
Y suele ser así.
¿Puedo decir que estoy pagando dos veces por lo mismo? Si
Pero es que la alternativa es peor y más cara.
¿Sabes que es esto en realidad?
Análisis de la situación enfocada a roles de trabajo.
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Juan Ramón Moreno
Metodología, Herramientas y Acompañamiento
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